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MORFOLOGÍA Y FISIOLOGÍA DE INSECTOS

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Resumen



Fig. 1: 
Diagrama de la clave de Linneo para sus siete órdenes de insectos (1758)


1.0 Organización General y Morfología Externa

Los insectos representan uno de los mayores éxitos evolutivos del reino animal, una proeza fundamentada en un plan corporal de extraordinaria eficiencia. Su organización se basa en principios de simetría bilateral, con un cuerpo segmentado a lo largo de un eje horizontal. Cada segmento funciona como una unidad de desarrollo, lo que da lugar a una repetición de órganos internos con diversas modificaciones. La característica más distintiva es su tegumento endurecido, un exoesqueleto de quitina que no solo proporciona una armadura protectora, sino también un andamiaje rígido para la musculatura, permitiendo un movimiento preciso y potente. Esta estructura externa define su forma y establece las bases para su interacción con el entorno.


Fig. 2: Anatomía de un insecto. 
A.- Cabeza; 
B.- Tórax; 
C.- Abdomen; 
1.- Antena; 
2.- ocelo inferior; 
3.- Ocelo superior; 
4.- Ojo compuesto; 
5.- Cerebro; 
6.- Protórax; 
7.- Arteria dorsal (aorta); 
8.- Tráqueas; 
9.- Mesotórax; 
10.- Metatórax; 
11.- Alas anteriores; 
12.- Alas posteriores; 
13.- Estómago; 
14.- Corazón; 
15.- Ovarios; 
16.- Intestino; 
17.- Ano; 
18.- Vagina; 
19.- Cadena ganglionar ventral; 
20.- Tubos de Malpighi; 
21.- Tarsómero; 
22.- Uña; 
23.- Tarso; 
24.- Tibia; 
25.- Fémur; 
26.- Trocánter; 
27.- Buche; 
28.- Ganglio torácico; 
29.- Coxas; 
30.- Glándula salival; 
31.- Collar periesofágico; 
32.- Piezas bucales; de izquierda a derecha: labro, mandíbulas, maxilas y labio.


1.1 División Corporal: Cabeza, Tórax y Abdomen

El cuerpo de un insecto está claramente dividido en tres regiones especializadas o tagmas, cada una con funciones primordiales:

  • Cabeza: Es el centro sensorial y de alimentación del organismo. Agrupa los principales órganos para percibir el entorno y procesar el alimento.
  • Tórax: Cumple una función eminentemente locomotora, al ser el punto de anclaje de las patas y las alas.
  • Abdomen: Alberga la mayor parte de los sistemas visceral y reproductor, siendo el núcleo de los procesos de digestión, excreción y reproducción.

Fig. 3: Radiación adaptativa de las piezas bucales de los insectos. 
A: tipo masticador, 
B: tipo cortador-chupador, 
C: en espiritrompa, 
D: tipo picador-suctor. 
a:antena, 
c: ojo compuesto 
lr (rojo): labro, 
md (verde): mandíbulas, 
mx (amarillo): maxilas, 
lb (azul): labio, 
hp (azul oscuro): hipofaringe.

https://es.wikipedia.org/wiki/Insecta


1.2 La Cabeza: Centro Sensorial y de Alimentación

La cabeza es una cápsula altamente quitinizada, formada por la fusión de cinco a seis segmentos primitivos. En su interior se encuentra el cerebro, el órgano de coordinación nerviosa, y sobre su superficie se implantan los principales apéndices sensoriales y alimenticios:

  • Órganos de coordinación: El cerebro actúa como el principal centro de procesamiento de la información.
  • Órganos sensoriales: Incluyen las antenas, que detectan estímulos químicos y mecánicos; los ojos compuestos y los ocelos, para la percepción lumínica y visual; y los palpos, apéndices articulados asociados a las piezas bucales que cumplen funciones gustativas y táctiles.
  • Aparato bucal: Derivado de apéndices ambulatorios modificados, el aparato bucal de los insectos es un ejemplo notable de adaptación evolutiva a diversas dietas. Se distinguen tres tipos principales:
    • Masticador: Diseñado para triturar alimentos sólidos, como se observa en saltamontes y cucarachas.
    • Picador-chupador: Adaptado para perforar tejidos y succionar fluidos, característico de insectos hematófagos como mosquitos y pulgas. Las piezas bucales se modifican en un conjunto de estiletes finos y rígidos. Para proteger estas delicadas herramientas, el labio inferior (labium) se transforma en un estuche acanalado llamado "vaina de la trompa", mientras que la epifaringe y la hipofaringe se acoplan para formar el canal de succión por donde se ingiere el alimento líquido.
    • Lamedor: Especializado para absorber líquidos de superficies, como en la mosca doméstica.

1.3 El Tórax: El Núcleo de la Locomoción

El tórax está compuesto por tres segmentos: protórax, mesotórax y metatórax. Su función principal es la locomoción, gracias a la inserción de patas y alas.

  • Patas: El número de seis patas es la característica que da nombre a la clase Insecta (Hexápoda). Cada pata consta de cinco segmentos articulados: coxa, trocánter, fémur, tibia y tarso. El extremo de la pata puede presentar garras u otras estructuras de fijación como los pulvilos.
  • Alas: Los insectos pueden presentar dos pares de alas (implantadas en el mesotórax y metatórax), un solo par (como en los dípteros, donde el segundo par se reduce a balancines) o ser ápteros (sin alas), como las pulgas. Las alas han sufrido modificaciones notables, como los élitros de los coleópteros (alas anteriores endurecidas que protegen a las posteriores) o los hemélitros de los hemípteros (con la base coriácea y el extremo membranoso). Su rigidez se debe a una red de nervaduras, cuya disposición es un carácter taxonómico clave.

1.4 El Abdomen: Centro Metabólico y Reproductor

El abdomen es la región donde se llevan a cabo funciones vitales como la digestión, la absorción de nutrientes, la excreción y la reproducción. Generalmente consta de 10 a 12 segmentos. Cada segmento está formado por una placa dorsal (tergito) y una placa ventral (esternito), unidas por membranas laterales flexibles que permiten la expansión del abdomen durante la alimentación o el desarrollo de los huevos. Los últimos segmentos están adaptados para la cópula y la oviposición, formando la genitalia.

1.5 El Tegumento: El Exoesqueleto Protector y Funcional

El tegumento, o exoesqueleto, es una estructura multifuncional de importancia capital para la fisiología de los insectos. Sus funciones principales son:

  1. Actuar simultáneamente como revestimiento protector y como base de sustentación para los órganos internos.
  2. Proporcionar la forma corporal y los puntos de anclaje rígidos (inserciones musculares) para la acción motora.
  3. Servir como base estructural para todos los órganos sensoriales.
  4. Proteger al organismo contra la desecación, un factor crítico para animales de pequeño tamaño.

La capa más externa, la cutícula, se divide en una procutícula interna, rica en quitina y proteínas, y una epicutícula externa y delgada. La epicutícula es una estructura compleja y estratificada, destacando una capa de cemento externa y, bajo ella, una crucial capa de cera, responsable principal de la impermeabilidad del tegumento que evita la pérdida de agua.

Además, el tegumento presenta diversas formaciones como espinas, sedas (pelos) y escamas, cuya forma, número y distribución (quetotaxia) son fundamentales para la clasificación taxonómica de las especies.

Esta compleja envoltura externa protege y da forma a una maquinaria interna igualmente sofisticada, responsable de los procesos fisiológicos que sustentan la vida del insecto.

2.0 Morfología Interna y Procesos Fisiológicos Vitales

Dentro de la protección del exoesqueleto, los sistemas internos de los insectos están altamente adaptados para operar de manera eficiente. Procesan nutrientes, distribuyen sustancias a través de un sistema circulatorio abierto y realizan el intercambio gaseoso mediante un sistema traqueal único que lleva el oxígeno directamente a los tejidos. Estos sistemas funcionan en perfecta sincronía para mantener la homeostasis en un organismo compacto y dinámico.

2.1 Aparato Digestivo y Nutrición

El tubo digestivo se divide en tres regiones según su origen embrionario y función:

  • Intestino anterior (estomodeo): De origen ectodérmico y revestido de cutícula, se encarga de la ingestión, almacenamiento (buche) y trituración inicial (proventrículo) del alimento.
  • Intestino medio (mesenterón): Derivado del endodermo, es el principal sitio de digestión enzimática y absorción de nutrientes. Carece de cutícula y el alimento es envuelto por una membrana peritrófica que protege el epitelio.
  • Intestino posterior (proctodeo): También de origen ectodérmico y quitinizado, su función principal es la reabsorción de agua a través de estructuras especializadas llamadas glándulas rectales, asegurando la conservación hídrica.

2.2 Sistema Circulatorio: La Hemolinfa

Los insectos poseen un sistema circulatorio abierto, donde el fluido interno, la hemolinfa, baña directamente los órganos y tejidos dentro de la cavidad corporal o hemocele. La hemolinfa está compuesta por células inmunitarias (hemocitos), sales, proteínas, aminoácidos y un alto contenido de trehalosa (el principal azúcar de transporte) y ácido úrico. Sus funciones son múltiples:

  • Transporte de nutrientes y residuos metabólicos.
  • Defensa inmunitaria a través de la fagocitosis y encapsulación de patógenos.
  • Función hidrostática, utilizando la presión del fluido para generar movimiento (especialmente en larvas de cuerpo blando, donde la presión actúa sobre los puntos de relajación muscular) y para expandir el cuerpo durante la muda.

La circulación es impulsada por un vaso dorsal pulsátil (corazón) que bombea la hemolinfa desde el abdomen hacia la cabeza.

2.3 Sistema Respiratorio: El Aparato Traqueal

A diferencia de los vertebrados, el sistema respiratorio de los insectos transporta el oxígeno en forma gaseosa directamente a los tejidos, sin depender del sistema circulatorio. El aire ingresa al cuerpo a través de aberturas externas llamadas espiráculos y se distribuye por una red de tubos ramificados revestidos de cutícula, las tráqueas, que se subdividen en traqueolas de diámetro microscópico para alcanzar cada célula. En insectos acuáticos, existen adaptaciones como branquias traqueales para captar el oxígeno disuelto en el agua.

2.4 Metabolismo y Excreción

El metabolismo energético de los insectos es altamente eficiente, especialmente durante el vuelo. Utilizan como combustible el glicógeno almacenado, la trehalosa de la hemolinfa, grasas y, de manera particular, aminoácidos. El cuerpo graso es un órgano metabólico central, análogo al hígado de los vertebrados, encargado de la síntesis y almacenamiento de reservas.

La excreción y el mantenimiento del equilibrio iónico de la hemolinfa (homeostasis) son realizados principalmente por los tubos de Malpighi. Estos túbulos, que desembocan en la unión del intestino medio y posterior, filtran los desechos metabólicos de la hemolinfa para su posterior eliminación.

Estos sistemas internos de procesamiento y mantenimiento sientan las bases para que los sistemas de relación puedan coordinar las respuestas del insecto a su entorno.

3.0 Sistemas de Relación y Comportamiento

Los sistemas nervioso y sensorial constituyen el centro de mando que permite a los insectos percibir el mundo, coordinar sus movimientos y ejecutar comportamientos de gran complejidad. Desde la simple marcha hasta la sofisticada comunicación química para encontrar pareja, estos sistemas capacitan al insecto para sobrevivir y prosperar en su nicho ecológico.

3.1 Sistema Muscular y Movimiento

Todos los músculos de los insectos son de tipo estriado. El movimiento se produce por la contracción de estos músculos, que se anclan en puntos opuestos del exoesqueleto y actúan sobre las articulaciones flexibles. En larvas de cuerpo blando, el movimiento también se apoya en la presión hidrostática de la hemolinfa. Durante la marcha, el insecto mantiene siempre un trípode de apoyo estable (tres patas en el suelo), alternándolo con el avance de las otras tres, lo que garantiza un desplazamiento rápido y equilibrado. Para fijarse al sustrato durante este movimiento, el insecto utiliza garras o se adhiere mediante órganos especiales como los pulvilos, almohadillas que permiten el agarre en diversas superficies.

3.2 Sistema Nervioso y Coordinación

El sistema nervioso central está compuesto por un ganglio supraesofágico (cerebro), que recibe información de los ojos y las antenas y coordina el comportamiento; un ganglio subesofágico, que inerva las piezas bucales; y una cadena de ganglios segmentarios que recorre el tórax y el abdomen, controlando las funciones de cada segmento. De hecho, ninguno de estos ganglios contiene centros absolutamente vitales, razón por la cual un insecto decapitado aún puede caminar, demostrando la asombrosa descentralización de su sistema nervioso.

Además de la transmisión sináptica, el sistema nervioso produce neurosecreciones (hormonas) que regulan procesos fisiológicos a largo plazo, como los ritmos circadianos, la frecuencia cardíaca y el desarrollo.

3.3 Órganos de los Sentidos: La Percepción del Entorno

Los insectos poseen una amplia gama de receptores sensoriales para interpretar su entorno con gran precisión:

  • Receptores Mecánicos: Pelos (sedas) y estructuras campaniformes en la cutícula detectan presión, vibración y la posición de las articulaciones (propiocepción).
  • Fonorreceptores: Especializados en detectar vibraciones sonoras. Un ejemplo es el órgano de Johnston, situado en la base de la antena de los mosquitos macho, que les permite localizar a las hembras por el sonido de su vuelo.
  • Quimiorreceptores: Distinguen entre el olfato, localizado en antenas y palpos para detectar sustancias volátiles (búsqueda de alimento, pareja), y el gusto, que funciona por contacto a través de receptores en las patas o piezas bucales.
  • Fotorreceptores: Los ojos compuestos, formados por múltiples unidades llamadas omatidios, proporcionan una visión en mosaico que es excelente para detectar movimiento. Los ocelos u ojos simples son sensibles principalmente a las variaciones en la intensidad de la luz.

3.4 Comportamiento: Ritmos y Comunicación Química

El comportamiento de los insectos a menudo sigue patrones temporales. Los ritmos circadianos son ciclos de actividad de aproximadamente 24 horas (diurnos, nocturnos o crepusculares), sincronizados por factores externos como la luz y la temperatura, pero controlados por un "reloj biológico" interno dependiente de neurohormonas.

La comunicación química es fundamental. Las feromonas son sustancias volátiles producidas para comunicarse con otros miembros de la misma especie. Se distinguen principalmente:

  • Feromonas sexuales: Generalmente liberadas por las hembras para atraer a los machos, a menudo a grandes distancias. Son altamente específicas para cada especie.
  • Feromonas de alarma: Utilizadas por insectos sociales para alertar a la comunidad de un peligro.

La percepción del entorno y la comunicación guían comportamientos clave como la búsqueda de pareja, dando paso a los procesos de reproducción y desarrollo que aseguran la continuidad de la especie.

4.0 Reproducción y Ciclo Vital

La capacidad reproductiva de los insectos es extraordinaria, siendo uno de los pilares de su éxito ecológico. Su ciclo vital no es un simple aumento de tamaño, sino un proceso de profundas transformaciones (metamorfosis) que está rigurosamente orquestado por un sofisticado sistema de control hormonal, permitiendo a las diferentes etapas de la vida explotar distintos recursos y evitar la competencia intraespecífica.

4.1 Sistemas Reproductores

El aparato genital del macho está formado por testículos, que producen los espermatozoides, un canal deferente que los transporta y un órgano copulador o edeago. La morfología de la genitalia masculina es a menudo única para cada especie, lo que la convierte en una herramienta taxonómica de gran valor.

El aparato femenino consiste en ovarios (formados por ovariolos), oviductos y una espermateca, una estructura para almacenar los espermatozoides recibidos durante la cópula. En muchas especies hematófagas, la maduración de los huevos requiere una ingesta de sangre, estableciendo un ciclo gonotrófico (alimentación-oviposición) de gran importancia epidemiológica en la transmisión de enfermedades.

4.2 Crecimiento y Desarrollo Hormonal

El crecimiento y la metamorfosis están regulados por una interacción precisa de hormonas. La cascada de control funciona de la siguiente manera:

  1. En respuesta a un estímulo (como la distensión del abdomen tras alimentarse), el cerebro libera una neurohormona.
  2. Esta hormona activa las glándulas protorácicas, que segregan ecdisona, la hormona que desencadena el proceso de la muda.
  3. La hormona juvenil, producida por los cuerpos alados, determina el resultado de la muda. Si sus niveles son altos, el insecto muda a otro estadio larvario, manteniendo sus características inmaduras. Si sus niveles disminuyen o desaparecen, la ecdisona induce la transformación a pupa o adulto.

4.3 Ecdisis y Tipos de Metamorfosis

Dado que el exoesqueleto es rígido, los insectos deben desprenderse periódicamente de su vieja cutícula para poder crecer, un proceso conocido como ecdisis o muda. Para lograrlo, el insecto aumenta su volumen interno ingiriendo agua o aire y, con la ayuda de contracciones musculares, provoca la ruptura de la vieja cutícula a lo largo de líneas de debilidad predefinidas, permitiendo así su emergencia. El desarrollo post-embrionario se clasifica según el grado de transformación morfológica:

  • Ametábolos: Sin metamorfosis. Las formas juveniles son réplicas en miniatura de los adultos y solo se diferencian en tamaño y madurez sexual (ejemplo: tisanuros o pececillos de plata).
  • Hemimetábolos: Con metamorfosis incompleta. Del huevo eclosiona una ninfa, que se parece al adulto pero carece de alas y genitales maduros. A través de mudas sucesivas, la ninfa crece y desarrolla gradualmente las características del adulto sin pasar por una fase de pupa (ejemplo: hemípteros como los triatominos).

Fig. 4: Metamorfosis incompleta en una langosta con múltiples estadios: del huevo (no se muestra) al adulto.

  • Holometábolos: Con metamorfosis completa. Este tipo de desarrollo incluye cuatro fases distintas: huevo, larva (con una morfología y ecología completamente diferente a la del adulto), pupa (una fase de inmovilidad y reorganización interna) e imago (el adulto). Esta estrategia permite que larvas y adultos no compitan por los mismos recursos (ejemplo: dípteros como moscas y mosquitos).


Fig. 5: Ciclo de vida de la mariposa, metamorfosis completa: huevo, larvas de oruga, crisálida y adulto.

Bibliografía

Incani, R.N. (comp.) (1996). Parasitología (2da ed). Valencia: Universidad de Carabobo.

Rey, L. (2010). Bases da parasitologia médica (3. ed). Guanabara Koogan.



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